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Transformación digital: un reto y una necesidad

La transformación digital no es tecnología aunque tiene que ver con ella. Todas las empresas están obligadas a abordar cambios si quieren sobrevivir.

Al pedirle a Google que busque por “transformación digital” ofrece cerca de medio millón de resultados, y eso utilizando sólo la lengua castellana (la cifra se eleva a más de 8 millones en inglés). Encontramos referencias de blogs, de libros (físicos y electrónicos) y, por supuesto, de centenares de notas de prensa y noticias en medios de comunicación tanto masivos como más especializados. Seguro que para cuando se lea esta entrada ya serán muchos más, porque la información generada crece vertiginosamente.

transformacion digital

Darwin. Banco de imágenes de Creative Commons, autor Jeremy Tarling

Es precisamente la capacidad multiplicadora de generar información y conocimiento una de las características de esta nueva era digital, esa a la que todos, empresas y personas, estamos obligados a adaptarnos. Hace tiempo que pensábamos en escribir sobre la transformación digital, sobre todo porque nos preocupaba, y nos preocupa, la poca identificación de algunas organizaciones con este proceso, al que consideran ajeno a su propio futuro.

Tal vez la traducción tan literal que hemos hecho al castellano de la expresión anglosajona conduzca a la confusión (tampoco es la primera vez que ocurre algo parecido). Pero lo cierto es que nos hemos propuesto en este artículo trasladar a nuestros lectores que eso de la transformación digital sí va con ellos, va con todos irremediablemente.

Cita José de la Peña en su libro “La gran oportunidad: la clave para liderar la transformación digital en las empresas y en la economía” (recomendamos encarecidamente su lectura) que no importa lo digital que tú seas, que lo importante es cuánto de digital es el cliente que viene. Al hablar de “digital” no está refiriéndose a la tecnología (mejor dicho, no sólo), sino a una nueva cultura (véase la segunda acepción de “cultura” que hace la Academia de la Lengua como “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”). Lo digital no es lo tecnológico, lo digital es un nuevo ciclo histórico.

Las grandes revoluciones industriales de la historia han venido propiciadas por un descubrimiento científico y avances técnicos que terminaron por modificar absolutamente todo en la sociedad: la forma de trabajar, de viajar, de relacionarse las personas, de hacer negocios, de consumir… un nuevo orden social.  Lo que empezó siendo un hecho concreto terminó así convirtiéndose en un motor que transformó la sociedad de su tiempo. Así ocurrió, con la máquina de vapor, con la electricidad, y con la tecnología del siglo XX (los motores de las tres revoluciones anteriores).

La transformación digital es el proceso a abordar para adaptarnos a este nuevo ciclo, no es una opción, es absolutamente necesario para afrontar lo que nos toca vivir. Transformar la empresa para adaptarla a la era digital (se habla ya de cuarta revolución industrial) es tan imprescindible como que la supervivencia depende de dicha transformación.  Y no hacerlo es tanta locura como negarse a otros avances (hoy ya históricos) como lo fueron en su día la mecanización del campo o la automatización de los procesos industriales, por poner dos ejemplos recientes (del siglo XX).

Decíamos al principio del artículo que haber adoptado la expresión “transformación digital” para representar ese proceso de adaptación a la nueva etapa industrial puede estar introduciendo un plus de confusión y puede estar actuando como un freno para muchas empresas (no es una conclusión probada, es sólo una idea que nos asalta después de muchas horas de conversación con empresarios y directivos). Si bien es cierto que en los procesos de cambio aparecen resistencias, personas y organizaciones que se niegan a aceptar que un nuevo orden ha llegado para quedarse y que obstinadamente se anclan a un pasado que les resulta más confortable.

Todos los momentos de cambio se caracterizan por la incertidumbre (salir de un orden conocido para adentrarse en otro del que lo desconocemos casi todo). Además, este momento llega justamente cuando todavía no había terminado de asentarse el anterior (los ciclos históricos son cada vez más cortos y de hecho hay quien aventura que el cambio va a ser el estado natural de las cosas de ahora en adelante). No sabemos cómo será el futuro pero lo que sí podemos decir es que aferrarse al pasado escondiendo la cabeza no es solución para nadie, ni personas, ni empresas, ni organizaciones del tipo que sean. En este nuevo contexto de alta incertidumbre (entornos VUCA, lo denominan), lo que sí podemos asegurar es que las estrategias y herramientas que funcionaron en el pasado, no garantizan en absoluto la supervivencia del futuro, mucho menos el éxito.

Decíamos que en muchas horas de conversación con quienes tienen que tomar las decisiones sobre las organizaciones, nos habíamos dado cuenta que al hablar de transformación digital (a veces también lo llaman “digitalización”, aunque personalmente me gusta aún menos este término) aparecían diferentes tópicos de confusión que nos aventuramos a estereotipar:

  • Quienes no quieren saber nada de eso porque no tienen nada que ver con la tecnología.
  • Quienes creen que ya están transformados (y no lo están).
  • Quienes se consideran actuales y entienden que algo hay que hacer con aquello de la tecnología.
  • Quienes vislumbran que esto tiene que ser algo más que tecnología pero no saben el alcance que puede llegar a tener.
  • Quienes han adoptado una nueva visión estratégica (aunque todavía no hayan empezado a desarrollarla).

Hay personas que aplican una sencilla fórmula: “transformación digital = aplicar la tecnología en su negocio” y se equivocan de cabo a rabo. Tanto aquellos que directamente deciden que al no moverse en el entorno de la tecnología esto no tiene nada que ver con ellos, como esos otros que piensan que por tener una página web y algunos ordenadores en su empresa, ya se han transformado.

En un caso y en el otro, el error es muy grave porque la falta de conciencia de la necesidad de abordar la transformación digital lleva inexorablemente a la inacción y la inacción, en estas circunstancias, es una condena. Volvemos una vez más a la cita de antes: no es la tecnología lo que determina el grado de adaptación de la organización al nuevo ciclo, sino la forma en que ha cambiado todo el entorno económico y social y qué ha hecho la organización para adaptarse a ese cambio.

Por ejemplo, una empresa de servicios profesionales (pongamos por caso una empresa de mudanzas, o una empresa de reformas domésticas, por poner ejemplos muy alejados del contexto tecnológico) puede pensar de esta forma errónea y al hacerlo estará en un primer momento perdiendo oportunidades entre clientes que ya hayan dado el salto a lo digital. Pero esa pérdida de oportunidades se irá convirtiendo cada vez más en una barrera para su negocio y llegará el día, cuando su cliente potencial mayoritario pertenezca ya a generaciones más jóvenes,  en que no podrá competir en el mercado.

Para quienes entienden que algo hay que hacer con aquello de la tecnología, la situación es crítica porque según de donde procedan sus influencias pueden optar por acometer pequeños gestos, que al final no son más que meras operaciones de maquillaje, y caer después como los anteriores en un estado de inactividad.

Para el resto, aquellos que son conscientes de la necesidad de abordar cambios importantes aunque no terminen de conocer su alcance y aún no se hayan puesto con ello, la situación es mucho más favorable porque sentirán la necesidad de buscar información y de encontrar ayuda para iniciar el proceso de transformación.

La transformación digital es un reto porque nos obliga a todos a explorar, a investigar nuestro entorno (y más allá de él) para encontrar oportunidades, nos obliga a desarrollar nuevas capacidades y habilidades, nos obliga a crecer en competencias y a aprender a hacer las cosas de otra manera. Y esto es igual de válido para las personas (que se lo pregunten sino a quiénes tienen que buscar un nuevo empleo en estos días), para las empresas y organizaciones, para la sociedad como conjunto.

Ante esta situación, que es una realidad cada vez más evidente, o adoptamos nuevos enfoques, desarrollamos nuevas herramientas y nos reinventamos o estamos condenados. La transformación digital, como la innovación, ya lo hemos dicho otras veces, no es un lujo, es una necesidad y el darwinismo se encargará de demostrarlo: las especies que no sepan adaptarse desaparecerán por selección natural.

 

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Marina Fernandez Arroyo

Escrito por Marina Fernandez Arroyo

Desde siempre aspiré a hacer de este un mundo mejor, más justo, más igualitario. Desde COCREANET, la empresa de la que soy socia y fundadora, aterrizo mi propósito en proyectos de innovación, empresarial, social y, ahora también, rural. Un compromiso con las personas y con la sociedad.

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