Nos paramos a analizar qué distingue a las empresas que han prosperado durante esta crisis frente a las que a duras penas sobreviven. El resultado lo ofrecemos en estas líneas.
Marzo de 2020, días antes de declararse en España el estado de alarma.
Una semana más de trabajo, se empiezan a escuchar voces que anticipan una crisis mundial a cuenta de un virus que circula sin control por buena parte de Asía y Europa (Italia, en aquel momento). Nadie sabe muy bien a qué nos enfrentamos y mientras tanto la vida sigue aquí casi como si cualquier cosa.
Con nuestras startups, esas a las que asesoramos en distintos programas de aceleración y otras más que van por libre, comentamos en algunas sesiones las últimas noticias, pero sin mucho afán, la incertidumbre todavía no acucia.
Y entonces llegó todo… nuestro mundo cambió en apenas un fin de semana.
Marzo de 2020, días después de declararse en España el estado de alarma.
Estamos todos confinados. Ya hemos contratado plataforma de comunicación online y con muchos de nuestros clientes hemos retomado el contacto a través de este medio. No sabemos lo que durará esto pero por si acaso intentamos darle la mayor apariencia de normalidad que podemos.
En todas las reuniones no se habla de otra cosa. La incertidumbre es una masa viscosa que se percibe con todos los sentidos. La pregunta es obligada: ¿qué vais a hacer ahora? Y, sorprendentemente, la mayoría no tiene todavía una respuesta. Peor aún, muchas de las respuestas van en la línea de ponerse a refugio de esta ola que nos arrastra y que esperamos pase pronto, una conjura.
Pero la tormenta era mucho más profunda de lo que pensábamos.
Otoño de 2020, más de seis meses después de declararse en España el estado de alarma.
Sobrevivimos. Ni mucho menos hemos recuperado aquella calma que ya parece un sueño del pasado, de hecho el sobresalto es permanente, entre ola y ola y pico y meseta de esa curva que marca el ritmo de nuestras vidas pequeñas.
Pero entre tanto, hemos sabido de empresas que han prosperado. Sí, esa es la clave: prosperar versus sobrevivir. ¿Qué diferencia a unos y a otros? Ojalá tuviéramos la receta pero lo que sí hemos podido es observar una serie de ingredientes que nos parecen han contribuido a ello:
- Las empresas que han prosperado están lideradas por personas que no se amedrentan. Les llaman locos a veces pero ya lo dijo Steve Jobs: “sólo quién está suficientemente loco como para pensar que puede cambiar el mundo, realmente cambia el mundo”. Actitud.
- Los líderes de las empresas que han prosperado se fajaron en el pasado en peleas tanto o más críticas que la que vivimos ahora. Experiencia.
- Los equipos que conducen las empresas que han prosperado son multifuncionales y multitarea. Aptitud.
- A muchas de las personas que forman parte de las empresas que han prosperado las teníamos por mentes inquietas, de esas a las que les gusta probar cosas nuevas aunque no tenga ninguna garantía de éxito. Experimentación.
- Hay mucho optimista entre los líderes de esas empresas que han resultado prósperas durante la pandemia. Los conocerás porque siempre ven el lado bueno de las cosas. Aprendizaje.
- La comodidad y la paciencia no son virtudes que caractericen a los líderes de las empresas que prosperan. Inconformismo.
- Con frecuencia, esos líderes de las empresas que prosperan nos han sorprendido en el pasado con nuevas propuestas que desafiaban el statu quo. Osadía.
No, no se va a encontrar en esta lista nada que tenga que ver con la tecnología, los negocios digitales, el tamaño de las empresas o su edad. Hemos visto empresas nada tecnológicas (una charcutería ¿?) que en una semana había montado un sistema primitivo pero eficaz de compra online y hemos visto negocios digitales que han pasado en estos meses al temible “estado zombi”. Hemos visto empresas grandes en la UVI y pequeñas subidas en la cresta de la ola, pero también al revés. Hemos tratado con líderes jóvenes y en estado de shock permanente, y otros mayores con la chispa de la vida por bandera.
¿De qué va esto entonces? Esto va de genética, ese ADN del innovador del que ya hablaba Clayton Christensen cuando nos explicó las claves de la innovación disruptiva. Dedicó su vida a intentar entender – y trasmitir a continuación – cómo la disrupción vive con nosotros, queramos o no verlo. Hoy, una pandemia cruza el mundo de esquina a esquina y resulta demasiado evidente su impacto. Pero mañana será otra cosa, y pasado otra. Hay empresas que pierden su capacidad para innovar y entonces, a veces, sobreviven; otras prosperan porque emprenden en sus estructuras, sus procesos, sus equipos, cambios que intentan aprovechar los nuevos tiempos (sino es que directamente impulsan esos nuevos tiempos). La diferencia no la hacen las empresas, la hacen las personas que lideran esas empresas.
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Desde siempre aspiré a hacer de este un mundo mejor, más justo, más igualitario. Desde COCREANET, la empresa de la que soy socia y fundadora, aterrizo mi propósito en proyectos de innovación, empresarial, social y, ahora también, rural. Un compromiso con las personas y con la sociedad.
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