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Cuando la ignorancia se convierte en un problema que impide avanzar tu negocio

La ignorancia se convierte en un problema e impide hacer avanzar en tu negocio.

Vivimos totalmente absorbidos por las tendencias de cada momento, no hay forma de escapar. Para los que nos dedicamos a poner el conocimiento y la experiencia de negocio a disposición de las empresas, es una verdadera tortura el ruido que está haciendo la moda “entrepreneur” (así, en inglés más que en castellano – emprendedor -, aunque también). Un ruido que, sin embargo, no se traduce en una mayor democratización del conocimiento (a la postre, en una cierta garantía de hacer bien las cosas), más bien todo lo contrario.

Cuando la ignorancia se convierte en un problema que impide avanzar tu negocio

Banco de imágenes de Creative Commons, autor Bill

No hace demasiado tiempo, comentaba con otro colega la cantidad de gente (emprendedores, pero también pequeños empresarios) que anda perdida en un mar de recursos – públicos y privados -: aceleradoras, viveros, mentoring, inversores, premios, etc. Desde luego, sería más que razonable un esfuerzo por parte de quienes están al frente de la gestión para intentar concentrar, clasificar y ordenar toda esa cantidad de recursos, pero aún así seguiría estando incompleto. Explicaré más adelante por qué digo esto.

La realidad es que el inmenso catálogo de recursos no resulta suficiente para llenar el hueco más importante: el del conocimiento de un conjunto de conceptos, estrategias y técnicas que representan la base para generar y consolidar un negocio, o para plantear un giro substancial en un negocio ya maduro. Pero el verdadero peligro es dar a entender que todo ese conocimiento en realidad no sirve para nada. Y aunque parezca temerario, esa empieza a ser la corriente que se extiende por este “mundillo”.

“Errar está de moda, fracasar es una bendición, los MBA son una pérdida de tiempo, los planes de negocio no sirven para nada,… . Estas son algunas “joyas” que hemos tenido que escuchar en los últimos tiempos. Conste que muchas de estas afirmaciones tienen una base sólida y pueden explicarse (sin ir más lejos: el enfoque de generación de negocios LEAN, del que somos firmes evangelistas, se sustenta sobre la metodología clásica científica en la que las asunciones de negocio se tratan como hipótesis que hay que probar y, por tanto, sujetas a error), pero cuando se sacan del contexto y se utilizan torticeramente para apoyar los intereses de parte, resultan aberraciones.

Reconocemos con pesar la existencia, histórica ya, de una amplia brecha entre las herramientas del management “al estilo MBA”, del conocimiento y las soluciones propuestas por las grandes firmas consultoras a las aún mayores compañías y empresas a las que prestan sus servicios, y la realidad de las necesidades de los negocios pequeños. Pero esa brecha no justifica liquidar de un plumazo todo ese conocimiento afirmando sin rubor que no les sirve para nada a los negocios pequeños.

La brecha se sustenta en una especie de círculo vicioso: a las grandes firmas de consultoría no les caía en su campo de interés las pequeñas empresas (precisamente por su “estatus” de pequeño); a las pequeñas empresas y emprendedores, no les resultaban accesible estos servicios de consultoría (por precio pero no sólo, también por distancia práctica, por dificultad en el lenguaje, etc.) y permanecían inalterables en ese estatus de pequeño. Que los instrumentos consultivos de apoyo no estuvieran adaptados a las dimensiones de una empresa pequeña (o de un emprendedor corriente), no convierte todo ese conocimiento en inútil para ellos (es todo lo contrario), pero es el caldo de cultivo donde ha crecido la semilla de la ignorancia de la que se están alimentando algunos consejeros desaprensivos (cuando no caraduras).

Resulta que sí, que todo ese conocimiento tiene aplicación práctica y útil también en las pequeñas empresas, en los negocios familiares, para los emprendedores que están empezando y que quieren hacer de su empresa su estilo de vida. Es verdad que a una empresa de estas características no le puedes decir cómo llegar a ser “el líder en su sector” pero sí le puedes ayudar a mejorar sus resultados (ampliando su segmento objetivo, diversificando sus productos, con una gestión operativa más eficaz…). Esto es, los problemas conceptualmente son los mismos (vender más, vender mejor, satisfacer mejor a los clientes, optimizar los servicios, ganar relevancia en su contexto de mercado…), obviamente las soluciones tienen que estar adaptadas a la realidad concreta de cada uno. Es tan “vende motos” sugerirle a la peluquería de mi barrio que puede ser la líder en su sector, como decirle que es inútil que intente mejorar su posición porque no existen medios para ello.

Resulta  demagógico (y muy interesado) sugerir que la consultoría no ofrece soluciones a los problemas de las pequeñas empresas, de los emprendedores que quieren montar pequeños negocios, porque estos carecen de recursos económicos para abordarlas. Es algo así como decirle a una persona con escasos ingresos que es inútil que aspire a mejorar su situación porque no tendría medios para poner en marcha las medidas para ello. El mensaje que subyace es muy limitante: “confórmate con lo que tienes y adáptate para ser feliz así”.

Trabajé durante algunos años en los Servicios Sociales y una de las claves más importante que aprendí de la acción es dar a la persona las herramientas para su empoderamiento. Hay un equilibrio entre la ambición personal (querer superar las dificultades, aspirar a una vida mejor, soñar con superarse uno a sí mismo…) y la necesidad de adaptación humana (la que nos lleva a interiorizar aquello que no podemos cambiar y aprender a vivir con ello). No recuerdo quién fue aquel sabio (porque sin duda tenía que serlo) que dijo algo así como “dame serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que sí está en mi mano, e inteligencia para distinguir entre ambos”.

Trasladado al mundo de las pequeñas empresas, me niego a aceptar que todo ese conocimiento y experiencia acumulados durante años no estén a su alcance. Y, lo peor, que haya “expertos” por ahí que les digan que mejor así, que les costaría tanto dinero que no podrían comprarlo y que además tampoco les serviría para nada. Una cosa es hacer de la necesidad virtud, y otra muy distinta es encumbrar la ignorancia (como aquellos que otrora celebraban la quema de los libros que no podían entender).

“No le des peces, enséñale a pescar”. Eso es justamente lo que echo en falta de esta moda “entrepreneur” “startup”… que se estén repartiendo peces (léase, recursos como los que mencionaba al principio) pero que no se esté enseñando a pescar (no se esté mostrando el conocimiento). Peor aún, que se esté celebrando la quema en la hoguera de tanto y tanto saber hacer, condenando a los nuevos empresarios a repetir los errores del pasado pero, eso sí, diciéndoles “no te preocupes, si equivocarte es lo mejor que te puede pasar”.

Equivocarse es humano y es verdad que aprendemos cuando nos equivocamos. Pero al señor o señora que se ha dejado los ahorros de su vida, la indemnización del despido, que ha rehipotecado la casa de sus padres para montar un negocio, o que tiene en juego la empresa de su familia, ¿quién le paga la fiesta? Luego están los entrepreneurs de startup tecnológicas que “levantan” millones de euros a los business angel, pero ellos tiran con pólvora de rey, no es el caso.

Tenemos la suerte de vivir en la era de la comunicación. Internet y las redes sociales han logrado, por fin, que la información y el conocimiento que históricamente estaba en manos de unos pocos privilegiados, se democraticen. Aprovechémoslo. No dejemos los pequeños pasar la oportunidad de disfrutar de esos “manjares” que les han servido a las grandes precisamente para ser aún más grandes.

Por nuestra parte, como consultores, hacemos cada día lo imposible para poner en manos de los pequeños negocios todo ese conocimiento y experiencia adaptado a su medida. Disfrútenlo.

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Marina Fernandez Arroyo

Escrito por Marina Fernandez Arroyo

Desde siempre aspiré a hacer de este un mundo mejor, más justo, más igualitario. Desde COCREANET, la empresa de la que soy socia y fundadora, aterrizo mi propósito en proyectos de innovación, empresarial, social y, ahora también, rural. Un compromiso con las personas y con la sociedad.

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