Facilitar la innovación, en las empresas familiares, es también ser el soporte y el apoyo emocional de su máximo /a responsable.
Nos gusta hablar de empresas familiares distinguiéndolas así de las demás porque tienen características que les son propias: una cultura arraigada, fuerte, transmisora de valores intergeneracionales; una vocación de crecer y hacer crecer, protectora del patrimonio comunitario; y un propósito de sostenibilidad que trasciende los resultados meramente mercantiles.
De esta guisa, las empresas familiares se enfrentan a los retos con algunas desventajas: el riesgo y el temor al fracaso son más asfixiantes cuando lo que te juegas no es sólo tu futuro sino el legado de tus antecesores y el que dejarás a tus descendientes. Con todos los respetos, no se juegan lo mismo los “startuperos ronderos”.
Fuente Foto: banco de imágenes de Pexels, by Fauxels
No es de extrañar entonces que los /las responsables de estas empresas se sientan especialmente vulnerables ante la innovación. Pocos son los que dudan de su necesidad, saben que el mercado está cambiando y que su empresa tiene que moverse en esa ola de cambio, pero ¿qué significa eso? ¿cómo alterará el modelo de negocio? ¿cambiará también la estructura de la compañía? ¿cómo lo explicarán a sus familiares en caso de que no funcione? Demasiada incertidumbre y demasiado personal. Los problemas no son diferentes pero sí su dimensión.
Hay algunos, pocos /as, valientes que se atreven a pesar de todos los pesares a lanzarse a la aventura y es en ese momento cuando más apoyo necesitan. Hemos trabajado la innovación desde diferentes perspectivas y tal vez ninguna resulta tan entrañable como la de ejercer de “soporte emocional” (coach, lo dicen por ahí) del dirigente (hijo / hija, sobrino /sobrina…) que ha recibido el mandato de hacerse cargo de la empresa familiar.
Confieso con total humidad que no deja de producirme cierta desazón este rol que otorgaría a un /una profesional de las emociones (psicología o similar), pero reconozco que en nuestro expertise reunimos ciertos “saberes” con los que esos y esas valientes se siente cómodos en una tesitura como esta. Al final, la innovación es estrategia y ese es nuestro core. Sin perjuicio de que en algún caso haya que pedir árnica a los compañeros /as más especializados en las habilidades soft.
En el grueso, la gestión de la innovación aplicada a las empresas familiares sigue los pasos que ya hemos comentado sobradamente en este blog: definir y /o identificar los retos, investigarlos en todas sus dimensiones, idear y prototipar soluciones, ensayarlas y recoger aprendizajes para iterar / pivotar según sea el caso.
La persona que lidera, ese heredero /a del legado familiar, tiene que empezar por estar plenamente convencido /a de que ese es el camino, ser militante de la innovación y de la necesidad que de ella tiene su compañía. No pocas veces se nos ha dado el caso de que las mayores resistencias no las va a encontrar en sus hermanos /as, primos /as… sino entre sus propios colaboradores más estrechos, ajenos al entorno familiar (ellos /as también se sienten depositarios de un statu quo a preservar).
En la intimidad del despacho, cuando las luces se apagan, nuestro héroe / heroína sentirá el peso de la responsabilidad y ahí estamos nosotros, para decirle que está haciéndolo bien, que está llevando a su organización hacia la siguiente etapa vital para que dure muchos años más.
Facilitar la innovación, en las empresas familiares, es mucho más que definir la estrategia, crear planes de acción y ejecutarlos, es ser el soporte y el apoyo de las personas a las que les tocó el papel más difícil en su casa.
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Desde siempre aspiré a hacer de este un mundo mejor, más justo, más igualitario. Desde COCREANET, la empresa de la que soy socia y fundadora, aterrizo mi propósito en proyectos de innovación, empresarial, social y, ahora también, rural. Un compromiso con las personas y con la sociedad.
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