El enfoque cultural y el arte son palancas de impulso de riqueza. Abordadas desde el punto de vista de la innovación social y rural pueden resultar definitivas para el empoderamiento de nuestros pueblos.
Que la cultura y el arte enriquecen la vida de las personas y les hacen más felices no admite cuestionamiento. Si además analizamos esta premisa desde el punto de vista de la innovación social, encontramos un filón por explorar: impulso de la creatividad, preservación del patrimonio cultural, accesibilidad en las artes y la cultura, etc. Pero si encima unimos la importancia de la cultura en la identidad y bienestar de las comunidades locales, no sólo estamos poniendo el foco en el enriquecimiento de la vida cultural, sino que podemos contribuir decisivamente al desarrollo económica y social de esos territorios.
A quienes nos seguís habitualmente desde este blog ya no os sorprende nuestro empeño por trabajar para la innovación rural. Se ha convertido hoy día en una de nuestras principales áreas de actividad, por no decir la más importante.

Fuente Foto: (Propia) Visita a New Hand Lab (Covilhã, Portugal, julio 2023)
Sin poder adelantar demasiado todavía (por aquello de los “spoiler”), estamos iniciando la colaboración en un proyecto que versa precisamente sobre esto: explorar las capacidades de la cultura y el arte para el desarrollo rural y el empoderamiento de las comunidades territoriales locales.
Prometemos dar mucha más información de los aprendizajes validados que vayamos extrayendo de este camino. Como aperitivo, merece la pena hacer una reflexión sobre el asunto.
En primer lugar, intentando dimensionar adecuadamente el papel de la innovación en el empoderamiento local.
El Papel de la Innovación Cultural en el Empoderamiento Local
A nadie se les escapa que la cultura es una industria que genera a su alrededor empleo y riqueza. El sector cultural y artístico se ha revelado como una de las líneas estratégicas más importantes para el desarrollo de los territorios. Nuestro país, sin ir más lejos, está realizando una apuesta muy seria por él, aunque por supuesto todo es siempre mejorable.
Tal vez por inercia, en muchas zonas rurales se reconoce al patrimonio (material e inmaterial), la cultura, las tradiciones y las manifestaciones artísticas como una fuente de ingresos que atrae visitantes, es decir, una herramienta para el turismo. La propuesta ahora es ir más allá de la faceta de explotación y adentrarnos en la producción. O como nos gusta decir a los consultores de innovación: explotación versus exploración.
Tirando de ese hilo y trazando un paralelismo con el consabido dilema de los innovadores (Clayton Christensen, dixit), no podemos como localidad pretender una proyección de largo alcance si nos limitamos exclusivamente a explotar los activos culturales y patrimoniales de los que disponemos hoy. Necesitamos adoptar una mentalidad exploradora, de generación de ideas, de innovación disruptiva al cabo. Con todos los riesgos que pueda conllevar y que no vienen al caso.
Casos de Estudio de Empoderamiento Cultural
Pero es que además el proceso, en sí mismo, puede resultar en una fuente de ingresos inmediata. Pongamos por ejemplo la posibilidad de lanzar una residencia artística, centrada en la producción y la promoción de artistas procedentes de geografías distantes, profesionales que se unen en el espacio y el tiempo, en un pueblo de la España rural, para construir juntos. En ese espacio y ese tiempo trascienden la visita turística y se convierte en pobladores, aunque sean temporales. Un incremento de población que, además, se puede alejar de factores de estacionalidad que a veces son contraproducentes.
Conocimos hace poco un ejemplo concreto: New Hand Lab, en la provincia de Covilhã, Portugal. Una vieja fábrica de lanas, que en su día fue el motor productivo de la comarca, se ha reformulado para acoger la producción artística usando, como hilo conductor, ese activo del pueblo: el conocimiento del tratamiento de la lana y la producción de tejidos, la riqueza de la trashumancia, el expertise en el desarrollo de los tintes y la obtención de nuevos colores, etc.
No hace falta decir el impacto que un proyecto de este tipo puede tener en la comunidad local. Además, no sólo por su capacidad para impulsar el comercio, la hostelería… en definitiva, los aspectos productivos, sino, lo que puede ser más importante, en mejorar la autoestima de los habitantes.
Queda para futuros post hablar de herramientas para impulsar la innovación en el sector cultural: financiación pública y privada, financiación colectiva, incubadoras y aceleradoras culturales, programas de formación, la colaboración entre artistas, el emprendimiento cultural, el papel de las instituciones y un largo etcétera que está por explorar.
Para ser honestos, somos conscientes de que también nos enfrentamos a desafíos como la gentrificación, la apropiación cultural o la sostenibilidad a largo plazo. Estos y otros que vayan surgiendo los abordaremos desde la ética, nuestros valores, y de manera colaborativa, como no puede ser de otra forma.
Sea como sea, merecerá la pena porque nos jugamos encontrar palancas reales para lograr la revitalización de nuestros pueblos. Sin duda el trabajo será de lo más inspirador.
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Desde siempre aspiré a hacer de este un mundo mejor, más justo, más igualitario. Desde COCREANET, la empresa de la que soy socia y fundadora, aterrizo mi propósito en proyectos de innovación, empresarial, social y, ahora también, rural. Un compromiso con las personas y con la sociedad.
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